Economía

¿Cuándo aprenderemos?

Cuando las cifras oficiales dan cuenta de los estragos económicos causados por la pandemia, la sensación no deja de ser la de un dejavú, como si ya hubiéramos estado en ese lugar común o como si nunca nos hubiéramos movido de ahí.

Pese a que se trata de la crisis más importante en el último siglo, no deja de ser una crisis, como esa situación endémica que forma parte de la cotidianidad latinoamericana.

La contracción general de la economía, la pérdida de los empleos, el incremento de la pobreza y la profundización de la desigualdad y la precariedad no son, ciertamente, una novedad, sino que más bien se han convertido en una constante matizada por momentos, algunos mejores que otros. 

En México la pobreza se incrementó debido a la pandemia: entre 8.9 y 9.8 millones de personas quedaron bajo la línea de pobreza por ingresos, con lo cual se calcula -en el escenario más pesimista- que hay 70.9 millones de personas en la pobreza, es decir, el 56.7 por ciento de la población, según el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En 2018 había 61 millones de personas que ganaban por debajo de la línea de la pobreza, lo equivalente a 48.8 por ciento de la población. Y a esto hay que sumarle el empobrecimiento de los pobres que se refleja en 31 millones de personas bajo la línea de pobreza extrema. 

El caso mexicano es una referencia de nuestra América Latina tan acostumbrada a las crisis, a las bonanzas transitorias y las caídas espectaculares, a las soluciones parciales y a los rezagos de fondo.

Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Paraguay, Venezuela y varios más son muestras de enormes potenciales, de grandes esperanzas y de tiempos de bonanza que terminan siendo insuficientes frente a la inestabilidad, la corrupción y la mala calidad de la gestión.

Vivimos en un subcontinente nacido de la crisis, acostumbrado a la crisis, enraizado en ella y que sólo goza de periodos de calma cuando no hay convulsión, aunque los males sigan ahí.

Si el caso más emblemático de reducción de la pobreza es el de Chile y ahora está en crisis debido a la brecha de desigualdad que divide a la población según el nivel de ingresos, imaginen el malestar en naciones que no han tenido éxito contra la pobreza y que, al contrario, han visto cómo se deterioran los ingresos, el empleo, la salud y las condiciones de vida.

Parece como si un Sísifo furioso se hubiera impregnado en nuestras economías y nos hubiera transferido el castigo de empujar con sacrificio la gigantesca roca por una cuesta interminable que tira para abajo todo esfuerzo, para que todo vuelva a empezar. Pero el sacrificio no es igual y el impacto tampoco. Los pobres lo saben.

Si tanto se sabe de mediciones de pobreza, de diagnósticos y de vivir en crisis, ¿Cuándo aprenderemos a revertir la pobreza? Aquella frase de Oscar Arias, el ex presidente de Costa Rica, de que “algo hicimos mal” para estar como estamos, no sólo sigue vigente, sino que los “algos” se han multiplicado.

Es hora de enfrentar las crisis de manera diferente. 

Foto: Alesia Kozik / Pexel

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Héctor Farina Ojeda

Soy un paraguayo en México. Periodista, profesor universitario, investigador, lector y cafetero. Escribo en @mileniojalisco y hago radio en @RadioUdGOcotlan

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