Opinión

Es tiempo de cuidar la educación

Aunque estamos en el centro de la incertidumbre, en medio de una pandemia con una crisis sanitaria y de un empeoramiento de las condiciones económicas, hay aspectos que se pueden precisar y que nos ayudan a pensar cómo saldremos de la mayor convergencia de crisis que hayamos tenido en el último siglo. Lo primero es que la pandemia no ha sido superada. Al contrario, pese a las señales que vaticinan la vuelta de actividades y la reapertura de muchos negocios, los números de contagio y fallecimiento a nivel mundial dan cuenta de que la situación sigue siendo crítica, sigue empeorando, sobre todo en Latinoamérica, y que no hay ninguna certeza sobre cuándo, realmente, se dará vuelta de hoja y se podrá anunciar el fin de la contingencia.

Lo segundo es que estamos en el inicio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la contracción a nivel mundial será de 4.9 por ciento, en tanto para México el pronóstico es el doble de malo: 10.5 por ciento de caída. Pero, aunque parezca redundante -ojalá lo fuera-, lo peor es que el escenario está empeorando y puede empeorar más. Ya se perdieron más de un millón de empleos formales, más de 10 mil negocios cerraron y hay una gran cantidad de personas que sobreviven entre los confines de la pobreza, la precariedad y el hambre. La crisis sanitaria derivó en una crisis económica para la cual no hubo contención ni se vislumbran líneas claras de recuperación.

Pero más allá de cuantificar el golpe económico y de saber que la reactivación será complicada y lenta, hay aspectos sensibles en los que hay que poner toda la atención. Uno de ellos es la educación: no sólo se encuentra en una transición forzada al mundo virtual debido a la pandemia, sino que puede pasar de ser la gran oportunidad de recuperación a ser un factor que profundice las otras crisis. En una de las economías más desiguales de América Latina, la dependencia de una computadora, una conexión a internet y ni se diga de las competencias digitales, se enmarca en una brecha gigantesca en la cual una gran parte de la población está más cerca de la exclusión que de la inclusión.

La educación ya tenía grandes problemas de calidad y de cobertura antes de la pandemia. Y ahora se corre el riesgo de que debido a las crisis sanitaria y económica se incremente la deserción estudiantil, se queden en pausa muchos estudiantes, y de que -no sería raro- todo siga como si nada, sin hacer ajustes, lo cual implica avanzar sin reparar en la pérdida de la calidad de lo que se enseña y se aprende. La realización de exámenes de admisión en línea es una oportunidad para muchos, pero también puede significar la exclusión para que los que no cuentan con recursos económicos y tecnológicos. 

Si hay un factor que puede fortalecer la economía, disminuir la pobreza, minimizar la desigualdad y elevar la calidad de vida, es la educación. Pero si no se la cuida en este contexto de crisis, paradójicamente puede llevarnos a más desigualdad, más pobreza y más exclusión.

Héctor Farina Ojeda @hfarinaojeda

Foto: Nikhita S / Unsplash

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