
La Vanguardia: El autor de La era del vacío, Los tiempos hipermodernos o De la ligereza ,el sociólogo francés Gilles Lipovetsky (París, 1944), vuelve con otro agudo retrato de la sociedad contemporánea. La sociedad del hiperconsumo, el individualismo, el capitalismo hedonista y artístico, que ha borrado las antiguas fronteras entre arte y producción en masa, es sobre todo, afirma, la sociedad de la seducción. La primera sociedad en la historia en la que la seducción es soberana. Y, sobre todo, es el motor del mundo que conocemos, sea en la economía, la política, la educación o las relaciones humanas. La retrata en Gustar y emocionar (Anagrama).
“Don Juan es hoy un seductor muy pequeño comparado con el capitalismo”
¿Qué significa que hoy vivimos en una sociedad de la seducción? ¿Qué ha cambiado?
El capitalismo de consumo es el motor del crecimiento en las sociedades hipermodernas, el nervio de la economía. Desde los años cincuenta el capitalismo ha entrado en la piel del consumo de masas y eso ha transformado los modos de vida. Don Juan es un seductor sobrepasado hoy en día, muy pequeño, nada comparado con el capitalismo que seduce sin parar a millones y millones de hombres, mujeres, niños, viejos. Packaging, publicidad, series, películas, destinos turísticos, música… estamos en un universo que no es ya el de la disciplina coercitiva sino una máquina de estimulación, un sistema de tentaciones que no cesa de decir ‘mirad, esto es magnífico, bueno, os gustará’. Don Juan es hoy el sistema capitalista. A la vez ha cambiado la relación con la vida. Ha difundido una ética de tipo hedonístico, hay que aprovechar la vida, disfrutar, viajar, divertirse. Desde los cincuenta hablamos de fun morality, el placer y su búsqueda han devenido legítimos y la consecuencia es que poco a poco esa lógica de seducción y placer ha ganado incluso a la educación, que ha sido reestructurada, como la economía. De la educación autoritaria que yo he conocido a una educación abierta, comprensiva, psicológica, relacional. Se escucha a los niños, hay que gustarles. Imponen su ley en las familias, se les dice te quiero continuamente. Cuando yo era niño mi madre no lo decía, no era una relación de seducción.
“Las redes sociales, que funcionan como una enorme máquina de seducción para ser mirados, son un ego-casting”
Como titula su libro, se trata de gustar y emocionar.
Es la ley hoy, una fórmula fantástica del XVII que atribuyo a Racine. Esa ley se ha convertido en dominante incluso en las relaciones con uno mismo y con los otros. Con la puesta en valor de uno mismo en las redes sociales, que funcionan como una enorme máquina de seducción para ser mirados, gustar a los otros. Son un ego-casting, cada uno se pone en valor para gustar y espera la confirmación permanentemente. Y están todas las redes de citas, puedes tener operaciones de seducción por internet non stop, con dos, tres, cinco, diez mujeres a la vez. Seducir o intentar seducir hasta a los que no conocemos, el encuentro viene luego. El dominio de la seducción ha explotado, y a su lado hay una formidable máquina de industrialización de productos de belleza. Eso estaba ahí desde hace milenios pero había límites. Hoy no. Puedes maquillarte a los 12 y hacerte cirugía estética a los 80. El deseo de gustar es legítimo, mientras que antes estaba cargado de valores inmorales. La seducción estaba ligada a Eva con toda la dimensión del diablo.
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