
El programa DACA (en español, Acción Deferida para los Llegados en la Infancia), creado durante la presidencia de Obama por un decreto con fecha del 15 de junio de 2012, otorga premiso temporal de trabajo y aplaza las ordenes de deportación de los jóvenes inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos de forma irregular durante la infancia. La mayoría de los “dreamers” llegaron a Estados Unidos siendo niños o adolescentes, nunca regresaron a sus países de origen: sus vínculos afectivos y laborales están en el país donde han crecido y se han convertido en adultos que contribuyen de diversas formas a sus comunidades.
Para ser beneficiarios del programa debían probar: que llegaron al país antes de los 16 años, no contar con antecedentes penales y estar cursando o haber cursado algún nivel de educación que el país ofrece. Aunque este programa no garantiza la residencia permanente, otorga la estancia legal dentro de los Estados Unidos.1 Este programa beneficia a casi 700 mil jóvenes indocumentados, de los cuales el mayor porcentaje son de origen mexicano, seguido de los de ascendencia guatemalteca, hondureña, salvadoreña y asiática.
El programa DACA tiene su antecedente en una propuesta de ley conocida como “Ley DREAM” presentada en 2001. La propuesta evitaría la deportación de quienes llegaron irregularmente a Estados Unidos siendo menores de 16 años y otorgaría la posibilidad de acceder a la residencia y a la ciudadanía. La propuesta demócrata permaneció en la agenda parlamentaría por más de una década sin ser aprobada por el Congreso.
Obama promulgó en 2012 una orden ejecutiva para crear el programa el cual daba a los “dreamers”: permiso para permanecer en el país legalmente, con la posibilidad de obtener permisos de trabajo lo cual garantizaba el seguro de salud, así como la posibilidad de realizar estudios de educación superior y en algunos casos también se beneficiaron con los permisos de conducir. Además, dependiendo de su lugar de residencia, los beneficiarios pueden calificar para recibir atención médica subsidiada por el estado.3 En noviembre de 2014, Obama intentó ampliar el programa para incluir a los inmigrantes indocumentados que hubieran entrado en el país antes de 2010 y eliminar el requisito de ser menor de 31 años para acceder al programa. Sin embargo, un fallo de un tribunal federal bloqueó estas últimas medidas.
A pesar de los profundos vínculos que los jóvenes beneficiarios de este programa han establecido en sus comunidades, el futuro del programa DACA sigue siendo incierto. La administración Trump intentó terminar con este programa en 2017.
Recientemente, el 18 de junio de 2020, la Suprema Corte determinó que la administración Trump había cometido un error de procedimiento y proporcionó una justificación inadecuada para rescindir la acción diferida para los llegados en la infancia.4 Aunque esta decisión autoriza a los beneficiarios del programa DACA continuar viviendo y trabajando legalmente en los Estados Unidos, su condición todavía es precaria, pues no existe legislación que provea un camino seguro para que puedan acceder a la residencia y, eventualmente, a la ciudadanía.
La semana pasada el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que presentará ante la Suprema Corte la documentación necesaria para solicitar una vez más la cancelación del programa DACA.
Indudablemente, esta acción del presidente Trump debe ser comprendida dentro de su campaña electoral por obtener su reelección, en la cual el discurso nacionalista anti-inmigratorio tiene un papel fundamental.
El fallo de la Suprema Corte coincide con la crisis originada por la pandemia del Covid-19, durante la cual ha sido revalorado el aporte de los inmigrantes, especialmente los dreamers, a la sociedad y economía norteamericanas. Sin embargo, Trump continuará con sus esfuerzos por cancelar el programa DACA, en un intento por asegurar su reelección apelando al sentimiento anti-inmigrante.
Por: P. José Juan Cervantes, c.s Jairo Meraz y Carlos Méndez
Foto: Ny1noticias.com